En nuestro día a día es habitual escuchar como un papá o una mamá le pregunta a su hijo "hoy, ¿ qué has hecho en el cole?, ¿ con qué amigos has jugado?, ¿ has comido bien?" pero menos común es escuchar a un papá o una mamá preguntando a su hijo " Cariño, ¿ cómo te sientes?".
Y es que los padres no acostumbramos a hablar con nuestros hijos de emociones.
Quienes somos padres podemos identificar perfectamente en nuestros hijos las emociones básicas: un niño expresa perfectamente la alegría, la tristeza, el enfado, miedo y asco. Pero, ¿ sabe explicar por qué se ha enfadado? ¿ Sabe expresarnos por qué está triste? ¿ hablamos con ellos de emociones?
Estudios recientes han podido demostrar que los niños que hablan regularmente de emociones con sus padres tienen menos problemas de conducta, mayores habilidades sociales, más autoestima, y mejor relación con sus padres y entorno.
Entonces, ¿ cómo podemos ayudar a nuestros hijos a hablar de emociones?:
- Dando ejemplo. Es habitual que cuando los padres estamos tristes o enfadados pensemos que " es mejor que mi hijo no me vea llorar" y ocultamos así, una emoción natural. Esto es un error. No pasa nada por hablar con nuestro hijo de lo que nos pasa, siempre adaptando nuestro lenguaje y lo que contamos a la edad del niño " hoy estoy triste porque no me ha gustado el día que he tenido" o " hoy estoy enfadada porque he discutido con un compañero de trabajo". Solo si nosotros compartimos con ellos nuestras emociones conseguiremos que compartan ellos con nosotros las suyas .
- A través del juego simbólico o el teatro. Cuando jugamos con nuestros hijos a, por ejemplo, papás y mamás, podemos asignarle una emoción a cada personaje y hablar de ellas.
- Viendo películas y comentando después el argumento y las emociones de cada personaje. Nuestra favorita es " Del revés".
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